Seguidores

15 junio 2011

...se llamaba Atilio Heidegger

IV – Atilio corazón.

Estas palabras fueron… ¿Cómo decirlo? vomitadas por Atilio con el único objetivo de conquistar a Lorna Ernst, deslumbrante operadora, quien luego de leer el escueto papelito que Heidegger le entregó, contestase “ha… que lindo, pero ahora no puedo”. Por supuesto, ahora que Atilio ha muerto, Lorna Ernst siente un profundo sentimiento de culpa y una pesadumbre inmensa, apuntalada en un interrogante que no para de rondar por su cabeza “¿y si Atilio era el hombre de mi vida?” De todos modos ya hemos consolado a la Ernst contándole  las peores miserias de Atilio Heidegger. Y por supuesto, ocultándole que el real motivo de la muerte de nuestro amigo locutor, fue el suicidio por su desdichada condición sentimental.

Todos Nosotros

“Te Odio…”

Odiarla es más fácil. No necesito que me corresponda, puedo odiarla unidireccionalmente, a usted o a quien yo quiera. Puedo odiarla a primera vista y nadie me lo va a cuestionar. Odiarla es más barato, no hay 14 de Febreros del odio, así que no tengo porque regalarle nada. Odiarla no produce vínculo alguno entre nosotros, cuanto más lejos de mí se encuentre usted, mejor me sentiré. Odiarla es más sencillo, y sobre todo mucho más sano psicológicamente: no existirán los histeriqueos o los duelos mentales, para ver quien es el más tiernamente inteligente de los dos. Ninguno querrá someter “cariñosamente” al otro. Y además, puedo aceptar sin ningún problema que yo no sea el único que la odie, es más, usted puede odiarme a mí y a todos los que se le ocurra: no me va a mover un pelo, no habría celos. Odiarla no crea compromisos, por lo que no tengo que ir a cenar a su casa y que usted me presente ante sus padres “mamá, papá, el es Atilio, el que me odia”


¿Quiere algo mejor todavía? Al no haber ni vínculo, ni compromiso, el odiarla me ahorra ataduras culturales tan insoportables como lo son el matrimonio, el noviazgo, el compromiso o lo que sea. Odiarla es un gran método de profilaxis, ya que con el odio de por medio, no habría riesgo de contagio de enfermedades venéreas, o el peligro latente de que ante un descuido se produzca un embarazo accidental. Odiarla me absuelve de serle fiel. Odiarla no me obliga a cuidar mi aspecto ni a tratar de no escupir cuando hablo u ocultar mi tartamudez. Odiarla no me produce inseguridad. Odiarla no me sumerge en dilemas estúpidos causado por terceros: Pero Atilio ¿vos estas seguro que la odias? ¿Ella todavía no te dijo que te odia? ¿Te respondió “yo también te odio” y nada más? Odiarla me permitiría ir al cine a ver la película que se me ocurra, sin tener que andar cediendo terreno en mi gusto cinematográfico, o terminar comiendo pochochos, cuando en realidad yo prefiero nachos. Odiarla me salvaría de tener que leer esos libros horribles que usted lee. Odiarla protegería mis oídos de esa música insoportable que usted oye.
Pero óigame algo: mire que lo intento, lo practico, hasta hice un curso de “odio veloz con el método ilvem” pero no me sale, nada, me resulta imposible. Porque temo que mi problema es que no la odio, no la odio ni un poquitito así de chiquitito, nada…  mas bien, todo lo contrario”

Atilio Heidegger

1 comentario:

  1. claaa que imagen tan clara de la vida mEsma!

    Duplico la apuesta (y como dice Alvy Singer)… “Ai Jey Chiu, because i love you, Ai Jey Chiu!”

    Como lo entiendo Don Atilio, donde quiera que esté.
    un abrazo fraternal

    Culp!

    ResponderEliminar