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29 junio 2012

Los Conjeturadores



Nosotros:
Alternadamente al ejercicio semanal de capturar momentos ajenos, a veces le mechamos cosas como estas.
No sólo de espiar vive el hombre. También de investigaciones, de obsesiones y de mates con tostadas. 

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Conjetura #11
“Fraude inmobiliario”

Un día cualquiera entré unos papeles, panfletos y propagandas, que se habían acumulado en la puerta de nuestra casa, y los dejé sobre la mesa de la cocina. Básicamente las removí de lugar.   
Otra mañana mientras desayunábamos, me puse a hojear sin mucho interés esos folletos inservibles. Me detuve en una tarjeta de una inmobiliaria porque había una nota hacia nosotros. El mensaje decía: “Si quiere vender llámeme, tengo un cliente vecino interesado en su propiedad. Carolina”.
Se la mostré a ella, que se estaba haciendo otra tostada (45 kilos y come mínimo tres tostadas de pan lactal, bien cargas y con lluvia de semillas de girasol cada mañana) 
¿Será para nosotros? nos preguntamos. Que raro.
Nosotros no teníamos interés en vender, pero nos llamó la atención.

La tinta era azul, como de birome o quizá tinta. Escrita en la parte de atrás de la tarjeta, a mano, en cursiva. El “llámeme” sonaba a muy formal, pero tampoco desentonaba. Podía ser.
Mates van mates vienen, nos pusimos a investigar el caso. Evaluamos la posibilidad que fuera autentico: la inmobiliaria era del barrio; la caligrafía era muy real y pese a cierta formalidad había frescura en el mensaje.
Pero algo nos hacía dudar. No sabíamos qué, pero lo intuíamos, como los detectives de las películas: inclinamos la tarjeta a contra luz para ver la textura de la tinta. El sol de la mañana era ideal para ver esos detalles. La movíamos buscando el error, la falla. Lo raro era que no parecía haber ninguna presión ejercida por lo escrito, propio de la bolita de la birome, o pluma, en el caso que fuera una lapicera. La tarjeta estaba impecable. Lisa, sin rastros de marcas o surcos.

Así nos mantuvimos el resto de la mañana. Postulando y refutando teorías.
Era claro que acá teníamos un Caso. 

Poco a poco nos fuimos convenciendo. 
Sabíamos –sin pruebas suficientes- que el mensaje era falso.  

Entonces una idea: dijimos, si es mentira, si es una –muy floja- campaña publicitaria tiene que haber por el barrio otras tarjetas con el mismo mensaje.

Nos pusimos algo decente (no tanto), unos anteojos de sol y salimos disparados a la calle. Caminando pensamos: Si nosotros hubiéramos hecho la repartija publicitaria, habríamos alternado las cuadras para que los vecinos no vean o no comenten sobre la falsas tarjetas. 

Ya en la siguiente cuadra íbamos como abstraídos, pero seguros, por alguna extraña razón.
Cruzamos la calle, nos acercamos a la primer casa de escalones y dicho y hecho: ahí estaba, el mismo rojo furioso, el mismo tamaño de tarjeta personal, con la misma imagen de la inmobiliaria hacia arriba. Como desafiándonos. La verdad apenas a unos segundos de distancia, con tan sólo darla vuelta.

Lo dejé en manos de ella.
Se agachó, la miró como sin querer y la acercó.
Vimos lo escrito en birome o lapicera azul: “Si quiere vender llámeme, tengo un cliente vecino interesado en su propiedad. Carolina”.
Ahora podemos decir que no era ni birome ni tinta azul de pluma sino de una impresora.

Chantas.
O está bien, la publicidad miente. Eso lo sabemos todos. Si me pongo tal desodorante voy a tener más minas. Ya se sabe que es mentira. Hay una especie de código. Pero esto pretende pasar por verdad. Esto es subestimar a la gente. Es hacerles pisar el palito. Es para que quizás, ilusionados, llamen a la inmobiliaria: “¿Así que hay alguien interesado en mi casa? ¡¡¡es buenísimo!!! justo tengo que venderla para pagar la operación de hernia de disco múltiple de mi tía Carmela”.
  
Seguimos caminando y encontramos muchas más. Todas con el mismo mensaje. Después ya ni siquiera habían respetado el: una cuadra sí, otra cuadra no. Estaban por todos lados, una al lado de otra. A mansalva. Como minas apunto de explotar en manos de soldados en clara desventaja.

Se nos volvió una obsesión. Cada vez que encontrábamos una, teníamos que agarrarla.
No sabíamos bien para qué, pero las empezamos a cumular, a coleccionar. Y sin darnos cuenta estábamos también salvando a posibles víctimas.
Fue entonces una especie de acto de justicia.

No lo hicimos, pero sería lindo llamar a la inmobiliaria y hacerles pisar el palito a ellos.
Pedir por “Carolina” (entre comillas) y decirle que estamos desesperados por vender nuestra casa. Cuando ella, o quién sea, nos pregunte de dónde llamamos, decirle indignadísimo: ¿¿cómo de dónde te llamo, querida?? Lo tenés que saber, si me dejaste un mensaje en la tarjeta! –y sin dejarla meter bocadillo concluir nuestra farsa- bueno, te hablo rapidito que tengo poca batería en el celular ¿cuándo podrían venir? La quiero vender cuanto antes.
Y en ese momento, sin más, cortar el teléfono.

Eso sería un verdadero acto de justicia.
Pero nosotros no somos ni superhéroes, ni mucho menos periodistas de denuncia, ni tampoco tenemos la gracia de Tangalanga. 
 
Nos conformamos con dos cosas:
Redactar y postear este texto.
Y saber que con nosotros No pudieron.
Los Conjeturadores


Imágenes que ilustran La Conjetura
(Abrí, con botón derecho, en otra ventana para ver más grande) 



22 junio 2012

Viaje al Centro de la Psique


#34
Especial: Amigos “especiales” II
PorRodríguez

INTRODUCCIÓN

La mañana, esa consecuencia inevitable obra y gracia de la rotación de la tierra, el sol y la mar en coche. La mañana llena de vida, de energía. Abrir las ventanas, el sol que nos da en la cara, el ambiente fresco, y todas esas cosas. Sin embargo la odiamos. O bueno, por ahí no es odio, pero es casi inevitable que al levantarnos no deseemos que sea sábado, feriado o que una nevada de último momento e inédita haya tapado las calles, la entrada a los trabajos, los colectivos, las vías del tren, las bocas del subte y la bicisenda. Al sonar el despertador lo único que deseamos con todas nuestras fuerzas es quedarnos entre las sabanas. Acurrucados en ese útero artificial, en ese paraíso rectangular, en ese lugar a salvo del frío, del sueño, de TN y de todos los males del mundo. Pero No, somos adultos responsables y debemos levantarnos y hacer eso que se llama vida.
Pero debo decir que esta situación horrorosa es ahora menos mala gracias a mis amigos y a lo denominado “tertulias neurótico-obsesivas”. El nombre lo acabo de inventar, la verdad que la dinámica es de lo más normal. No nos juntamos para “eso”, no planeamos nada. Simplemente sucede: una cena, un cumpleaños, alguien que se recibe, el día del amigo, una juntada porque sí, un encuentro casual. Lo que sea. La cosa es que algo fantástico pasa cuando nos vemos las caras, cuando nos reunimos en alguna casa, un bar, un tugurio, el destino que sea. Vamos llegando, nos acomodamos tranquilos, no tenemos ningún apuro, sabemos que el momento va a venir, sabemos que aunque estemos hablando de astrofísica, del sexo a los 30 o de la educación del hijo de alguno, vamos a llegar a lo nuestro. Sabemos que siempre vamos a desembocar en eso. El lugar adonde queremos ir. En donde nos sentimos cómodos, por alguna extraña razón.
Bueno, la cosa se va caldeando, los cachetes se van poniendo colorados, las venas de la garganta y de la sien ensanchando, algunos se paran para hablar, otros mueven las manos o revolean alguna servilleta de papel hecha un bollo. Listo, todo indica que estamos donde queríamos. Es hora de empezar, a lo nuestro.

TEXTO
Tema: La mañana.
Para engañar a ese momento desagradable, Romi confesó que hace o hacía, desde la convivencia con Osvaldito ha dejado esa práctica (ya contaremos lo que hace él), lo siguiente: falsear la insufrible situación de despertarse. Esto es, poner el despertador para la mitad de la noche, para más o menos, las 3am. Sí, están leyendo bien; las 3 de la mañana! Solamente para despertarse y sentir que aún faltaban, al menos, 4 horas de sueño. Que genialidad! A ese grito osado de Romi, se le fue sumando gente: Caro, Pablo y pidiendo expresamente que pongamos su nombre completo: Fernando A. Patti, con orgullo, sin ningún tipo de pudor o complejo, empezó a enumerar las infinitas ventajas de tal recurso: “La sensación de irse a dormir es tan placentera, que no es suficiente disfrutarla una sola vez por noche. O sea, te vas a dormir. Todo muy lindo, pero después te dormís y listo. Permanecés inconsciente por más de 6, 7 u 8 horas, sin darte cuenta, sin disfrutar concientemente de la cama. Entonces pongo el despertador para la mitad de la noche, para volver a sentir esa sensación linda de irte a dormir”.
¿Se puede agregar algo más a esta clarísima declaración?          
Tan simple, tan cierto. Si en esa práctica no está la verdadera vida, no sé dónde está.
Y luego concluyó diciendo que lo hace ¡TODAS LAS NOCHES! Un claro rasgo de su personalidad, metódica y disciplinada. Sin dudas.   

Otros tantos empezaron a revelar otra patología: tener el reloj (hoy día en el celular) adelantado unos minutos para contar con un “changüí”, sea en la cama o para llegar al trabajo o al médico. Pero a algunos, sospecho que los más complejos pero también los más interesantes, a veces este sistema les juega en contra. Porque si somos nosotros los que adelantamos el reloj, no tardaríamos en especular con eso. Suena el despertador 7:05, pero sabemos que en realidad son las 6:45. Entonces ya no sirve de nada. Yendo todavía un poco más allá, quizá el más retorcido de todos; Pato, siendo víctima de esto (en realidad de sí mismo) adelanta el reloj, sin mirar. Esto es: haciendo un movimiento de manos, confuso, tocando todo a la vez y girando la cabeza para otro lado. Toca las perillas de las agujas o botones del celular sin saber cuánto lo está adelantando. Sospecho ahora, que quizá hasta hay una remota posibilidad de haberlo atrasado. Esto cambia el panorama por completo. Lo que antes era una manera del placer, ahora resulta una tortura. Antes era para disfrutar un rato más la cama o para no salir corriendo. Ahora es todo lo contrario. Ahora es correr aunque sean las 4am. Ahora es ir con el culo en la mano a todos lados. Estar alterado de una manera gratuita. Este método muy anti-ayuda, sin dudas es digno del desviado Pato. Y me gusta.

Para terminar quiero decir tres cosas: la primera lo que estaba pendiente; Osvaldito es de esa gente que ni bien suena el despertador, listo, ya está como si fueran las 11 de la mañana. Pasa de estar dormido a estar completamente despierto. Insólito, no tengo más que admiración. Yo soy de los que necesitan un tiempo para reponerse, mínimo media hora, quizá más, y unos 25 mates aproximadamente, antes de poder hablar con otro ser humano.
Segunda cosa: El genio de Fede, gran pilar lateral izquierdo (guiño) pero jugador de toda la cancha, para ganar algunos minutos de sueño a la mañana (valiosísimos minutos) deja preparada ,desde la noche anterior, la ropa que se va a poner. Pero no así nomás, no. No es un improvisado, ni un outsider de la moda. Arma un cadáver de ropa (el concepto es de antología), repito: un ¡Cadáver de Ropa! en el piso para ver si ese jean pega con esa remera y si aquel buzo queda a tono con esas coquetas zapatillas. Un genio!!! No me digan que no.            
Y la última, volvemos a Pato. Apenas se levanta, todavía entre dormido, se hace chistes así mismo y sale para al baño riéndose. Otro chiste que considera “muy bueno” y se lo autofesteja. Es el humorista y el público a la vez. No sé de dónde viene esto, pero ¡¡es brillante!! Aunque roce lo psicótico, es brillante. Según confesó, solamente lo practica puertas (mentales) adentro. No sea cosa que alguien lo vea reír como un demente caminando por toda la casa, y gracias a su “confiable” método de despertarse, a eso de las 4 de la mañana.      

07 junio 2012

Víctimas del Buzo


1000 formas de cargar el buzo sin usar las manos
PorBigoteFalso






1) Niño de 12 años / Mujer de Gym
-Niño de 12 años muy próximo a ir Córdoba por el viaje de egresados de 7mo.

-En la mujer que va al gimnasio queda sexy. 

2) Sin onda / Profesor de química / Catequista
-Hombre sin onda que se viste con lo que encuentra y/o le regalan. Compra ropa sin mirar. Añora esa época dónde le compraba ropa su mamá. Usa jean azul fuerte, recto y zapatillas deportivas negras o zapatos simil ortopédicos, con medias de toalla blancas, claro.  

-Profesor de química de secundario. A menudo se corta al afeitarse. 

-Catequista, obispo o cura fracasado. Tiene el sueño recurrente de estar en un confesionario ejerciendo la purgación de culpa a fieles religiosos. 
 
3) Tenista / Padre / Aparato / Rugbier
-Tenista en la cancha.

-Padre de sport yendo a tomar un café con su mujer y una pareja amiga a una confitería.

-Aparato en un cantobar. 

-Rugbier cuando sale de noche.

4) Técnico en computación
Técnico en computación nivel terciario. No universitario. Le gusta el queso mantecoso, le dice “Dulce” a la mermelada y todos los días sigue abriendo el ICQ: “Por las dudas” dice.  

5) Tarjetero de boliche en Capital

6) Tarjetero de boliche en la costa

7) Casual
Desprejuiciado. Se cree un campeón. Está al tanto de la existencia de las otras formas de colgarse el buzo y como no quiere que lo encasillen opta por ésta, pero sin quererlo, está siendo víctima también.  

8) Chica John L Cook / El “amigo” de las minas
-Chica entre cheta y cursi.

-Chico que merodea grupos de chicas con el único propósito de levantarse a alguna. Estrategia que resulta un rotundo fracaso. Todas lo toman por amigo y confidente.  

9) Pelotudo


02 junio 2012

Los Conjeturadores


Nosotros:
Un día así por que sí empezamos a hacer esto. (Algún día vamos a contar cómo fue)
Otro día agarramos una cámara y le empezamos a sacar fotos y a filmar.
Pero se nos volvió un vicio. Entonces para no irnos a la mierda nos pusimos unas reglas:

2.- Nunca Conjeturar sobre gente conocida. Ni vecinos, ni porteros, ni nadie que conozcamos mínimamente.

4.- Nunca Conjeturar sobre borrachos, discapacitados mentales o niños menores de 1 año.

6.- No podemos provocar ni influenciar la situación a Conjeturar.

Estas son algunas, hay más.
De apoco vamos a ir subiendo todo: Fotos, videos, audio, texto. 
Todo por la módica suma de un clic, acá gracias a los chicos de Bigote Falso. 
Los Conjeturadores.

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Conjetura #07
“Voyeur que espía a un voyeur tiene 100 años de perdón”

Al parecer estos individuos se apoltronaron allí buscando algo o a alguien. Su actitud poco indiscreta y a plena luz de las 12 del mediodía, estaría indicando que o bien están muy seguros de algo o bien no les importa ser vistos.

La única licencia que nos damos es con los nombres. Por eso que se dice que la gente tiene “cara de”. Licencia o quizá intuición pura, no sabemos.

-Marcela Espósito, Marcia Foster y Alfredo Dos Aires (de izquierda a derecha)  

Bueno, como pueden notar Marcia estaba lista para ir a su clase de step en Megatlon, tiene todo: el “equipete” de gym, las llaves de su 307, y el “celu”. No le hace falta nada más, ni siquiera plata. Hay gente que tiene tanta plata que no le hace falta llevarla encima. Alcanza y sobra con ser quién es. (Su actitud, su ropa, su cara).
Alfredo Dos Aires tiene algo que ver con la construcción de ese recientemente estrenado edificio. Se puede notar el casco en la luneta trasera de su auto. Casco que según el color determina el cargo a ocupar en el proyecto. Mientras más oscuro más abajo se está en la línea de mando. El blanco entonces es uno de los más altos, por lo tanto podemos Conjeturar que Alfredo es arquitecto o inversor.  
Marcela es vecina del barrio pero no del edificio. Sus pantalones pescadores, ya fuera de moda, son la prueba de que está vestida de entrecasa y acaba de llevar a sus hijos de 7 y 9 años a la escuela.
La cinta roja en su muñeca derecha indica que es supersticiosa. Está convencida de la existencia de vida extraterrestre y los fenómenos paranormales.
Fue la primera en percibir que algo extraño sucedía dentro de la cochera. Levantó sus gafas de sol y se las puso a modo de vincha para ver mejor.
 
Algo los distrajo a los tres por igual. Algo en la cochera del edificio fue más importante que sus quehaceres. Con cierta impunidad, ya que están apostados sin prurito alguno.
Marcia y Alfredo intentan escuchar, Marcela parece indicarles de dónde proviene el sonido. Quizás ven algo que desde el lente de nuestra cámara no conseguimos ver, algo que parece inquietarlos al punto tal que los mantiene pegados al portón como lagartijas en medianera en Verano.

Marcia a su vez pareciera estar hablando, tiene esa intención corporal, y Alfredo la estaría callando.
Esto podría estar indicando que están mirando algo prohibido, pero no ilegal.
Algo fuera de lo común, pero no peligroso.
Algo tremendamente llamativo, casi hipnótico, algo privado, algo que no debería ser de su incumbencia. Ellos son de palo, como se suele decir.   

Sólo dos cosas llamarían tanto la atención de un grupo de personas: un crimen o el sexo. Y como según nuestras Conjeturas, no es algo ni ilegal, ni peligroso, (porque no están llamando a la policía) estamos entonces en las condiciones de Conjeturar que Marcela, Marcia y Alfredo han pescado a algún vecino/a teniendo sexo en la cochera del edificio. Podría ser en un auto que no llegamos a ver o en un pasillo o en algún cuartito de limpieza o baulera. Imposible saberlo desde este ángulo.