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22 septiembre 2011

Los ideotas


[Cuentos cortos en formato “chat” sobre dos amigos con muchas "ideas" y pocas, muy pocas, cosas qué hacer].

Los ideotas: idealistas sin causa
Capítulo I: “La decadencia de los héroes”
PorCulp

Martín dice:
Estás?
Gustavo dice:
Sí, qué haces papá?
Martín dice:
Normal! Vo?
Gustavo dice:
Bien acá, haciendo que trabajo.
Martín dice:
Somos dos
Y, qué contás?
Gustavo dice:
No mucho, estaba pensando como robar un banco, vos?
Martín dice:
Ah muy bien, yo pensaba también, pero como raptar a Villarruel para poder presentarle un proyecto.
Gustavo dice:
Jaja! Está bien! Decime que te ayudo… lo planeamos cuando quieras.
Martín dice:
See... ahh che se me ocurrió una idea. Qué te parece una serie desde el punto de vista de Lampone de Los Simuladores?
Gustavo dice:
Mmm puedo ser eh. Pero como sería?
Martín dice:
Claro, en el final de la serie, el tipo se enamoró y los simuladores se separaron. Bueno, y si no funcionó con la chica? Se quedó solo, sin el pan y sin la torta.
Entonces se me ocurrió encarar una serie desde ese punto: Ver como Lampone, el más hosco y traumado de los simuladores, trata de sobrellevar la vida.
Gustavo dice:
Ja!! Está bueno eh! Pero está solo solo? Y Betun? No es lo mismo estar solo, que estar con un perro. Encima ese perro… tan inteligente y compañero.
Martín dice:
No, tenés razón…. mmm, ya sé: la serie empieza con el entierro de Betun! Nada podría ser peor. Ahora sí está solo en el mundo.
Y a partir de ahí empieza la serie…
Gustavo dice:
Me gusta!! pero qué vemos en la serie? Qué pasa en cada capítulos?
Martín dice:
Y no sé bien, pero el tipo medio acabado podría intentar trabajar… Entonces empieza a hacer simulacros. Pero como no tiene el “cerebro” de Santos, sus planes no tienen sentido, y por consiguiente los operativos salen como el orto! No sé, como que se le vuelven en contra.
Gustavo dice:
Jaja!!! Claro, es como una decadencia
Martín dice:
Cla, la decadencia de los héroes.
Todo en clave humor obviamente!
Gustavo dice:
… es genial boludo! porque también se podría leer como una metáfora de lo que fue los simuladores en la televisión argentina; o sea fue una de las mejores series de todas y después el vacío. A los actores un poco le pasó eso…
Cómo serían los “casos”? y cómo que se le vuelven en contra, que dijiste antes??
Martín dice:
….uh esperá que me entró gente…
Gustavo dice:
Uuuh bue… yo voy a fumar un pucho (al baño)
…. ….
Gustavo dice:
Ya volví… pero es la hora de la justicia, me voy a almorzar!
Martín dice:
ACÁ ESTOY
Uy no te quise gritar es que me quedó la mayúscula del ingreso que hice.
Gustavo dice:
Ah, qué alquilaron?
Para para, no me digas…
Decime esto: hombre? Mujer? Edad? Vestimenta?
Martín dice:
Hombre 62 años, ropa deportiva pero elegante, limpio, un fino bigote, todo el pelo blanco y te digo más, nombre: Leopoldo Marino.
Gustavo dice:
mmm… ya sé!!
“Una esposa de mentira” con Adam Sandler y Jennifer Aniston
Martín dice:
¡¡Noo, sos un genio boludo!!
No sé que haces en esa oficina!
Gustavo dice:
Jaja!! y yo no sé que haces vos en ese videoclub. La idea para esa serie es genial!!
Después la seguimos eh!!
Martín dice:
¡Dalee! Y mandale un beso a Paulita!
Salut!
Gustavo dice:
Le mando, pero a ver si dejas de “dormir” papá!!
Abrazo de gol!

Fin del capítulo I

05 septiembre 2011

Viaje al Centro de la Psique


# 9
¡Hoy filet de merluza!
PorElba Rosso


Filet de merluza.

Comida noble y nada pretenciosa.

Lamento, a veces, no disfrutarle como se merece.

Voy a intentar explicarme.

La sola idea de degustar este plato me entusiasma hasta el tuétano pero, mi maldición reside en que ese desbordante frenesí deviene, de manera inevitable, en ridícula preocupación e irrisorio estado de alerta.

Es que siempre, minutos previos a saborear este plato, comienzo a lidiar con un forzado carraspeo de garganta y una impresentable dificultad al tragar.

Créanme, tomo todos los recaudos: desde bebida en exceso hasta trocitos de pan por montones.

Sin embargo, cada vez que voy a comer una milanesa de pescado o bien, una variante a la cacerola, horno, sartén o por qué no a la plancha, no puedo evitar sentir con total certeza y antelación a probar bocado que ya tengo una verdadera, minúscula, punzante y, por sobre todo, anecdóticamente mortal, espina clavada en mi delicado esófago.

Viaje al Centro de la Psique

# 8
Nada más incómodo que encontrarse con un "casi conocido"
PorRodríguez

-Una de las 7 cosas más incómodas según mi ranking de cosas incómodas:

Supongamos que estamos en un lugar público (banco, local de comida al paso, cerrajería, o la AFIP) haciendo algún tipo de trámite o menester. Y de golpe nos encontramos con una persona que apenas conocemos. Pero la conocemos lo suficiente como para tener la obligación de saludarla. Luego de terminar de hacer lo que quiera que estábamos haciendo y de hablar sandeces tales como el clima, la inflación y el tránsito. Salimos. Salimos juntos. Por alguna razón que desconocemos, el sujeto sale al lado nuestro. Pero ojo, no se trata, en este caso, de un “pesado” eh, ya que puedo notar en sus movimientos que él siente lo mismo que yo. Ambos nos queremos ir, ambos queremos terminar con este encuentro casual, ambos queremos dejar de actuar, queremos irnos, simplemente estar callados, en silencio, solos. Sin embargo una fuerza superior nos coloca en ese lugar.
Nos detenemos un instante en la puerta y con cortesía forzada, nos despedimos. Pero otra vez, algo excedente, como si una voluntad nos moviera cual marionetas, los dos empezamos a caminar para el mismo lado y exactamente a la misma velocidad.
¡El horror!
¡El cenit mismo de la incomodidad!
Nos acabamos de despedir; listo, chau, buena suerte, nos vemos en otra vida. Pero No, los dos caminamos para el mismo lado, exactamente a la misma velocidad; uno al lado del otro, cerca, el lado, pegamos.
¿Qué hacer?
¿De qué hablar?
¡Si ya habíamos hablamos de todo lo que podíamos hablar! (o sea casi nada)
¡Ya nos habíamos despedido incluso!
Y no tenemos la confianza suficiente como para hacer un chiste.
No nos conocemos como para reírnos de la situación.
Creo que ni siquiera me acuerdo el nombre.
Y la verdad no sé bien ni de dónde lo conozco.
¿¡Para qué lo saludé cuando me miró!? por favor
Si estaba tranquilo con mis cosas. Mirando esa manchita de humedad, pensando en las cosas que tengo que comprar, y redactando en la cabeza un mail que tengo que mandar.

Pero ahí estamos… casi dos desconocidos, caminando para el mismo lado, apenas a unos centímetros de distancia. Haciendo como que no nos vemos, pero nos vemos, sabemos que estamos caminando uno al lado del otro. Lo sabemos, nos miramos de reojo, y disimulamos no vernos. Estiramos esta situación hasta un límite inverosímil. Hasta que de pronto: ¡una revelación! Se me ocurre una idea brillante; me detengo, saco el celular que nunca sonó, ni vibró, pero hice como que sí, y leo un mensaje de texto inexistente. Levanto la vista y gracias al cielo, veo como el casi desconocido se aleja sobre la calle perdiéndose entre en la gente. Veo como desaparece entre una multitud de auténticos desconocidos.


¡Ahh, que alivio!
¡Ahora sí! Ahora puedo volver a mis cosas. Y ya que tengo el celular en la mano aprovecho para poner el despertador para el día siguiente: “8:03hs”. Bueno… ¿en qué estaba?... ah sí, ahora puedo seguir con esas cosas de uno: Quizá compre aceitunas sin carozo, y voy a pensar cuáles y en qué orden realizar los quehaceres mundanos de mi casa cuando llegue.