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29 marzo 2012

Cartel #6

En comunicación directa


¿Pero hay señal? ¿Seguro? Avisame, no sé, dame una señal! (tupa tupa chtsss)    

Viaje al Centro de la Psique

#28
El baño, lugar sagrado
PorRodríguez

Me pone incómodo que me hablen cuando estoy en el baño, en el mejor momento de la “necesidad” sea lo primero o lo segundo.

¿Por qué me tienen que gritar desde afuera? ¿No ven que estoy en el baño, no ven que está la puerta cerrada y no se escucha bien? ¿No ven que estoy ocupado? O sea, es verdad, no lo están viendo, pero piensen dos segundos: si estoy en el baño con la puerta cerrada, seguro que debo andar en algo. Algo privado. Algo que prefiero guardarme para mí.
Te gritan preguntando algo, casi siempre dónde está tal cosa, como vos no respondés, insisten, y no te queda más remedio que detener TU momento de intimidad, TU momento de diálogo privado con vos mismo; en el cenit del placer tenés que hablar, tenés que cortar ese lazo que te unía con algo más allá. Tenés que “volver”, “bajar” al mundo ordinario y pensar –obligado- de qué catzo te están hablando, y buscar la respuesta justa para que te dejen en paz, para poder volver lo más rápido posible al lugar donde estabas segundos antes. Ese lugar tuyo. Ese lugar sagrado.

Donde -si es lo segundo- no puede faltar una buena y regia revista de historietas.


28 marzo 2012

Cartel / Postal #5

La siesta de los canes

  
La Falda 15:47hs.
En una ciudad donde todo el mundo duerme la siesta, los perros no podían quedarse atrás.

27 marzo 2012

Viaje al Centro de la Psique

#27
Algo así como un superhéroe
PorRodríguez

Soy completamente un ignorante en el tema idiomas, en todos, hasta en el inglés (saben -los que siguen el blog- que ni el portugués entiendo) pero por estos días me pasó algo extraordinario. Quizá fue por ver muchas películas y series, no sé,  pero resulta que la otra vuelta, mirando una serie que no viene al caso (bue “Big Bang Theory”) y comiendo a la vez, entendí sin leer. Bajando la cabeza para cortar la milanesa, seguí perfectamente el hilo del diálogo sin perderme, sin tener que parar y rebobinar. 
Fue una sensación magnífica, me sentí poderoso, sentí que una compuerta se abría, un nuevo nivel de percepción, sentí que me estaba convirtiendo en algo así como un superhéroe.

Bueno, quizá me entiendan, quizá me juzguen de exagerado.
Allá ustedes.  
Acá yo y con una gran responsabilidad sobre mis hombros (no todo es color de rosas) porque como saben: un gran poder conlleva una gran responsabilidad.    

  

23 marzo 2012

Verdad #11

-Siempre que nos despertamos de una siesta profunda y no planeada, (aparte de estar babeados) No entendemos nada, literalmente. Pensamos que ya es de mañana, que estamos llegando tarde al trabajo, a una cita o a una reunión impostergable, que hay un ataque alienígena en la calle, un incendio silencioso alrededor o incluso llegamos a creernos (como real) el último sueño.

Tiburcio Plátano  

18 marzo 2012

Viaje al Centro de la Psique

#26
No todo tiempo pasado fue mejor, pero... con los colectiveros pega en el palo
PorRodríguez
Con la colaboración de Lucilda

A riesgo de pecar de viejo choto, diciendo que todo tiempo pasado fue mejor, (frase que nunca me gustó), quiero decir que no sé qué carajo les pasa a los colectiveros. No entiendo, no sé, no me entra en la cabeza, por qué van clavando el pedal del freno y el del acelerador a un ritmo frenético, histérico. Sin ningún tipo de reparo, de cuidado, teniendo en cuenta que llevan mucha gente; gente parada, gente amontonada, gente con bolsas, con mochilas y maletines; ancianos con bastones de tres patas, niños, embarazadas, pelados y contadores públicos. 
Pareciera que ex-empleados del viejo y mítico Italpark, (más precisamente los que operaban los “autitos chocadores”) se pusieron todos a manejar colectivos.

Un amigo me dijo que es por los nuevos “coches” (“¿¿Coches”?? ¿¿qué sos? ¡boludo! ¿qué te haces el que hablas en el idioma de los colectiveros? ¿qué decís coches? se dice ¡¡Colectivos!! ¡Colectivos! ¡¿me escuchaste!?), dice que como tienen cajas automáticas, son más toscos, y resulta más difícil que las frenadas y los aceleres sean armoniosos.
Cuando me dijo esto, le presté especial atención al conducir, y quizás sean un poco más duros estos vehículos, pero no me jodan, no manejan con la cautela, la paciencia y la dedicación de antes.
 
Por ello que, insistiendo en que no pretendo realzar lo viejo, ni vanagloriar el pasado por que sí, afirmo: Los colectiveros ya no son lo que eran. Punto, lo dije. 

08 marzo 2012

Viaje al Centro de la Psique

#25
Mormones de la canción:
Cuando un amigo te hace escuchar su canción favorita
PorRodríguez

Situación de mierda cuando un amigo cebado (recontra cebado) te muestra una canción y te dice, -te obliga-, a que la escuches, a que la escuches entera, de pe a pa. Te exige a que dejes lo que sea que estabas haciendo y pongas todos tus sentidos a su disposición. Diciendo cosas como: “¡Escuchá, escuchá!... escuchá la letra,... ... mirá, mirá esta parte … ...” acompañado de un gestito con el dedo índice sobre su oreja.
Y después lo que pensabas que no podía pasar, canta a la par, con cara de loco te mira a los ojos y canta la parte de la letra que más lo conmueve, alternando la cara de loco con una “sentida”, entrecerrando los ojos. Y para colmo la canción no termina más, es el tema más largo del mundo. Vos lo único que querés es salir de esa situación, querés escaparte, querés salir corriendo, pero no, por respeto, por la estima que le tenes, te quedas. Te quedas y resignado escuchas la canción entera. Quizá hasta te gusta. O sea, el problema no es ese, es muy probable que el tema esté bueno, lo que resulta insoportable es la situación, que te fuercen a escucharla, y no a escucharla así nomás, no! Tenes que prestarle atención, estando en el barullo de un asado medio “picados”; o en una fiesta entre mucha gente, humo y poca luz; o lo que resulta más incómodo, estando solos, solos en SU casa. Él cantándote a vos. Y vos con la presión de que te guste, con la presión de asimilar la canción de un momento para otro. Teniendo que poner cara de atención, y prestarla de verdad. Teniendo que poner cara de “que buena”, cara de “sentir” la letra.
Demasiado para mi.

Las cosas pasan cuando pasan, hay momentos distintos para cada uno.
La imposición de cualquier cosa en realidad te tira para atrás. Como los mormones o los evangelistas que van casa por casa queriéndote meter la palabra de dios, estos amigos te quieren convencer que ellos escuchan buena música, mientras que vos estás en la boludes, ellos tienen la posta.  

Es un problema que tenemos, en general, no sólo recomendar sino “obligar” al otro a que escuche una canción, a que mire tal o cual película. ¿Por qué cuando hablamos de películas, le decimos al otro “¿¿no viste esa película?? ¡¡Tenes que mirarla chabón!!”
¿Por qué esa cosa de querer imponerle al otro sus “temas”? ¿Por qué? Es pedante, creemos que nos la sabemos todas, recomendando películas raras, de países exóticos, o del año de jopo. Nos gusta saber algo que el otro no, y lo usamos como un arma, como nuestro caballito de batalla. No estamos solamente recomendando, estamos poniéndonos por encima, diciendo “mirá que capo que soy, mirá que películas copadas que veo, y que canciones comprometidas con la causa que conozco papá”.

Somos despreciables.

Pero el peor en su especie es el recientemente mentado amigo que te acorrala  “invitándote” a escuchar su canción favorita.   



07 marzo 2012

Viaje al Centro de la Psique

#24
Reflexión veraniega de vacaciones: Es denigrante ponerse protector solar
PorRodríguez

Partamos de la base que uno no tiene un cuerpo privilegiado, ni mucho menos, más bien todo lo contrario. Tirando a todo flojo, cosas que cuelgan, y de un blanco extremo. Pero es justamente por ello que debemos ponernos protector solar en abundancias, para después no padecer ese quemado color rosa fluorescente. Yo no me bronceo, la gente cool se broncea, yo me quemo, me quemo mal, llegando casi a quemaduras de uno o dos grados. Pero eso es otro tema, la cosa es que ponerse protector en la playa o espacio destinado a la recreación veraniega es denigrante.
Llegamos a la playa con remera, anteojos, gorrito, y una bermuda que nos sobrepasa la rodilla. Como el sol, es un verdadero asesino, no nos queda más remedio que untarnos esa espesa crema sobre el cuerpo (transpirado).
Primero los brazos, no es tan complicado, luego las piernas, los empeines, y esa zona en la que nadie repara, pero que quemarse ahí según dicen es uno de los peores dolores registrados; el pliegue atrás de las rodillas. Después la cara, ojo, acá hay que tener dos cuidados especiales: 1) no debemos cerrar los ojos al refregarnos el protector, queda entre patético y que lo estás disfrutando. Y 2) Debemos esparcir en su totalidad el protector de modo que NO queden sectores blancos sobre los cachetes, ni frente, ni debajo de los ojos a modo de jugador de rugby.   
Luego sí, no queda más remedio que sacarse la remera: No sin antes relojear el entorno para ver si hay ávidos de reírse de los demás, o algún grupo de supermodelos, y metiendo panza (acto totalmente patético y en vano, porque a leguas se nota que uno está metiéndola tratando de ocultar lo inocultable) y comenzamos a untarnos con desgano el protector, mirando más que nada a la gente alrededor, que nuestro propio cuerpo. El pecho, los hombros, el cuello, hasta ahí bien, pero después pasamos a la panza, dios me libre, me guarde y me reparta. ¿Hay cosa más denigrante? ¿¡Hay algo peor que remover la carne con movimientos circulares a la vista de todos?! Si, Los flotadores, (dios, hasta me da vergüenza escribirlo), que forma de llamar a ese sector del torso tan desagradable, pero tan certera a la vez.
  
Por último para dar finalmente por concluida esta actividad nefasta; es pasarle la posta a alguien (en el mejor de los casos, una novia, en el peor, un amigo, un primo o nuestro propio padre que muy sueltitos se ofrecen a hacernos el favor, ojo, no “el favor” eh), para que nos unte cual tostada de carne blanca, fofa y en ocasiones con vellos, protector en la espalda. Lo único que uno quiere es que ese momento pase lo más rápido posible, cerramos los ojos o miramos un punto fijo, al vacío deseando a gritos que nadie nos esté mirando. Que haga una aparición salvadora un vendedor ambulante ofreciendo la cosa más extravagante de toda la playa para que se lleve la atención.

Bueno ahí sí, estamos listos, listos no sé bien para qué, porque como somos tan blancos y hace tanto que no nos exponemos al sol, que nos abruma, nos quema por dentro, entonces enseguida buscamos un lugar con sombra, ya sea nuestra sombrilla pasada de moda o el bar del balneario. Y nos pasemos ahí la tarde, tomando licuados, leyendo alguna novela pedorra de verano o haciendo crucigramas.