#35
El más infeliz gana
PorRodríguez
Hay una
tendencia en la sociedad toda que consiste en hablar de sus trabajos; del
transito, de los baches, de los colectivos, del subte y de la calle en general;
de los madrugones; de lo mal de tal cosa; de lo mal de tal otra, pero desde el
lugar de victima. Poniéndose por encima de todos pero para ir bien al fundo, a
la miseria más profunda, tirarse un clavado en la materia fecal; como diciendo:
ok, yo soy el más sufrido, compadézcanse.
Me rompe
soberanamente las pelotas esos gritos de guerra donde te comparan una vida con
otra. Donde comparan lo incomparable. La vida que cada uno fue armando, como
pudo, como quiso, según lo que hizo, lo que dejó de hacer, la cuota de suerte,
etc. etc. etc., no se puede comparar con otra, es simple. Cada uno armó, a
duras penas, eso que tiene, cada acto es una consecuencia de una sucesión
complejísima de su pasado, de sus movimientos y sus quietudes. Por eso,
cualquier tipo de comparación resulta pueril, hueca, estéril, pe-lo-tu-da!
Pero igual esta
fuerza es incontrolable, se oye: ¿8 de la mañana? Dejate de joder, yo a esa
hora ya había hecho 10 cosas. Otro: Noo, yo a las 8 ya estaba de vuelta!
No entiendo,
¿quieren ganarle a alguien? ¿Quieren ser el capo mundial del sufrimiento? ¿El
más infeliz de todos?
Las charlas
pasan a ser competencias declaradas:
Individuo 1: “Yo
me levanto 7 menos cuarto”.
Individuo 2: “6
am”
Individuo 3: “A
las 5 arriba papá”
Individuo 4:
“4:31 suena mi celular, menos cuarto ya estoy bien despiertito haciendo café. 5
en punto estoy esperando el bondi como un duque”.
Silencio
absoluto, el individuo 4 le ha pasado el trapo a todos.
Pero a mi no, yo
no me cayo:
Listo, ganaste.
Sos el más sufrido boludo!
Anda a cagar.
Y la cosa sigue.
Porque ahí el que se levanta a las 7, contrataca con que el de las 5 en
realidad tiene un trabajo desde su casa. No viaja, no tiene contacto directo
con jefes ni con compañeros pelotudos; el de las 6 salta, diciendo que el de la
4:31 tiene 20 minutos de viaje y un sólo colectivo. El de las 5 se alía al de
las 6 (nada peor que un aliado en esos términos) y arremete contra el de las
4:31, diciendo que encima en el laburo lo esperan con cañoncitos de dulce de
leche y tortitas negras.
Y la cosa sigue;
bardean y se ríen del que “menos” labura; del que tiene un laburo “liviano” o
en apariencia más tranquilo; del que no labura los sábados; del que no tiene
jefes y labura por su cuenta; del que es jefe y llega a la hora que se le canta
y la lista sigue. Interminable. Insufrible. Infumable, loco.
Y listo, ahí
entramos en un mundo paralelo donde esa competencia es no sólo valida, sino que
es lo único que realmente importa.
Intentando
volver a este universo le pego un grito al rey de los pelotudos “sufridos” y
mato la charla de un saque y con justicia: