¿¡Almanaques para todos!?
PorBigoteFalso
Hay una cosa que no nos deja dormir tranquilos por esta época y no es el calor extremo ni la ingesta de toneladas de comida (pesada, comida de invierno, ese es otro tema que da para largo) ni los cohetes, sino esa costumbre de los comercios todos de regalar almanaques.
Almanaques de colores.
Almanaques grandes, chiquitos, para pegar en
la heladera, para apoyar en el escritorio, almanaques del tamaño estándar, esos
chiquitos para usar ¿en la billetera?, ¿junto a la fotos de tus hijos? Naah,
¿en serio pretenden que uno ponga ese almanaque con foto genérica (casi siempre
de gatitos o de infantes de apenas meses de vida) en la billetera? Bueh!
Almanaques de la farmacia de barrio
Almanaques del súper chino
De la panadería
Del laverap, de la tintotería (lejos son los
más geniales)
De la pizzería
Del quiosco
¡Hasta de la comisaría hay!
¿Por qué esa costumbre?
¿Por qué? ¿Es necesario?
Si la verdad (alguien tiene que decirlo) son
más feos que la mierda. Son mersas, grasas, de mal gusto.
Nunca nadie en su sano juicio usó uno de estos
almanaques (exceptuando, claro, los gerontes mayores de 70 años que, por alguna
inexplicable razón, los consideran útiles y adorables). Pero todo así, se
guardan. Decís: “No, por las dudas, uno nunca sabe cuándo se va a querer saber
que día cae el 22 de julio”.
Pero la verdad más verdadera es que lo dejás
en el fondo de algún cajón, o en la mesita del teléfono y nunca atinás ni a
mirarlo. Terminás viendo el calendario en el celular, o en internet. O quizá (y
esto es lo peor) sí lo colgás en la heladera, pero nunca jamás lo mirás, queda
como un adorno. Uno más.
Entonces ¿por qué? ¿para qué?
¿Por qué los comercios mandan a imprimir
1.000, 2.000, 5.000 almanaques cada año?
¿Por qué quieren imponerse? Porque su idea es
que uses el de ÉL, el de ESE comercio.
Ellos creen que son mejores que los demás,
creen (y están convencidos) que ese almanaque con un Papá Noel medio deprimente
abrazando el logo de su comercio, es mejor que aquel otro, el de regias postales
de paisajes que no terminás de saber en dónde queda eso. (Pero ellos se jactan:
“es lindo, ¡no me digas que no!”).
Sí, es lindo, decimos.
Pero pensamos “¿dónde mierda voy a poner
esto?”. Eso cuando estamos enfrente a él. Porque cuando salimos, cuando
caminamos por la calle, o ya en nuestras casas pensamos “¡Lo tiro ya!”. Pero
después nos da lástima o no sé qué, y no lo tiramos. Queda ahí, en los lugares
ya mencionados.
Por eso decimos de acabar con el flagelo de los
almanaques de comercios de fin de año. Decimos que debemos ponerle fin. Ellos que
imprimen cantidades industriales de esos calendarios nefastos y nosotros que
los recibimos como si nada pasara, resignados, sumisos, como si fuera
obligatorio.
¡No, digámosle basta!
¡Basta a los almanaques berretas de fin de
año!
Es un mensaje de todo Bigote Falso.
Feliz ingesta para todos, y por un 2013
muy-muy arriba (y sobre todo sin almanaques).
Acá una estampa a modo de ejemplo