#37
El negocio de la falopa
legal, te coge de parado.
PorCulp
Quizá exagero con el monto.
Pero resulta que cada vez que voy a ese mini emporio de la medicina moderna, siempre
la cajera de turno “me ve la cara”.
Pago los productos X, que
dan por suma una cantidad X, y la empleada con su mejor cara de póker, siempre,
(o sea, SIEMPRE: si fui 10 veces en el mes, ¡LAS 10 VECES!) me suelta muy
ligera la pregunta: “¿te puedo deber 10 centavos?”.
Las primeras veces mi boca
habló casi automáticamente: “buen”.
Después de la tercera vez
empecé a sospechar. (Sí, a veces soy un poco lento para darme cuenta de ciertas
cositas, ¿¡ok!?)
Detengámonos un segundo en
la pregunta de la cajera de esta ciudad de la droga:
“¿Te puedo DEBER 10
centavos?”
Analicémosla.
Ok, VOS me vas a deber a MI
10 guitas.
O sea, me vas a deber, vas a estar en DEUDA conmigo.
No hay drama, pero como es TU culpa, (sos un comercio –enorme– y NO tenés el cambio
necesario), no hace falta que venga a comprar nada. Paso mañana, antes de ir al
laburo a buscarlos, ¿qué te parece?
Eso es lo que cualquier ciudadano de bien entiende por “deber”, por el
concepto de “deuda”.
Pero no, la cajera, ese instrumento del mal, no tiene ni la menor
intención de que aquello suceda.
Es, entonces, una mentira más grande que una casa; una estafa lisa y
llanamente, un manoseo fino de orto, una toqueteada de cantos con guante
blanco.
La traducción a esa “inocente” pregunta es la siguiente: “Che, cara de
balde ¿te puedo re-contra cagar 10
centavos?”
Los números no mienten:
10 centavos por pelotudo.
A razón de 100 pelotudos (quizá más) por día = 10 pesos.
Al mes son 300 pesos.
Al año 3.600 pesos.
¿Entonces qué vas a hacer la próxima vez que necesites caramelos para
la cabeza o una pomadita para los hongos?
Si sos terco e insistís con farmacity, bueh, pero exigí los 10
centavos a como de lugar, inmolate si es necesario.
Desde acá fomentamos (y lejos de algún tipo de melancolía barata) que
vayas a la vieja farmacia de barrio, la cual nunca deberías (deberíamos) haber
abandonado.
Nota al margen: Cada
vez que estoy en la cola de farmacity, ese laberinto de chocolates, caramelos,
papas fritas y pilas triple A, siento que el capitalismo me hace caca en la
cara.
Amén.