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18 julio 2013

El Forastero #5

5

Salí del departamento en cuestión, ya conté algo, nada revelador ni trascendente. Eso que se dice que siempre hay una historia atrás de cada persona, en este caso atrás de cada casa, es cierto. Pero a veces carece totalmente de emoción, de aventura, de cualquier tipo de interés. Vale aclarar que el tipo de la inmobiliaria en un principio me vio como quien mira a un pordiosero, pero después con gestos amables, lo engañé. No es que realmente fuera un pordiosero, al menos técnicamente hablando, digo que lo engañé porque era obvio que no iba comprar semejante departamento.
Bueno, me despedí del muñeco de turno y salí.
Miré para ambos lados de la calle: un mundo. ¿Para la derecha o para la izquierda? Ninguna de las dos, para adelante medio en diagonal.           
  
Otra vez esa sensación de “perderse”, de estar en calles no reconocibles, mirar alrededor y no saber para que lado agarrar. Eso, es elegir realmente el destino. Destino inmediato. No hablo del destino-destino, sino ese, el de todos los días, el que está ahí nomás. Bueno, en ese paraíso virgen, lo recorrí. Lo recorrí como un animal que después de emigrar, busca un lugar para vivir. Pocas cuadras a la redonda contenían: un kiosco; una pizzería; un bar; una estación de servicio; un video club; una panadería; una librería comercial; un chino. Listo, el microclima perfecto. El ecosistema ideal. Cuando hablo de “barrio”, hablo de esas pocas cuadras que contienen esos locales, que para ese lugar son el mundo. Con el “mundo” plantado empecé a interactuar, entonces. No piensen que me encanta eso de hablar con todo el mundo, bah en realidad me gusta, pero con gente que no conozco. Con gente ocasional, donde puedo hablar con libertad. Donde puedo hablar de cosas intrascendentes, desde preguntar la hora o la próxima parada del colectivo hasta inventar historias, total, no me conocen.   
 
Ya casi de noche, me quedé parado junto a un poste de luz, dibujando algo. No es que soy dibujante, ni siquiera que dibujo bien, pero que sé yo, antes me daba por el dibujo. Ahora no. Las luces de mercurio de la calle comenzaban a encenderse, salvo la del poste que estaba encima mío. Estaría quemada. La oscuridad me impedía seguir con mis “magistrales” dibujos. Era hora de mover. Cerré el cuaderno. Caminé y pasé por la pizzería que estaba empezando su jornada laboral. Esquivé los ciclomotores del cordón y entré.
Pedí un imán, un volante con los precios y las promociones.
Salí del local. Era esa hora en la que la gente hace las últimas compras o está llegando a su casa del trabajo, del club o de dónde sea. Está bueno ver ese último movimiento. Todos con cierta urgencia por llegar a su casa. Depende de la época del año, a veces ese momento coincide con el atardecer. No era el caso, acá ya era casi de noche. Cuando empieza a oscurecer me agarra un toque de melancolía. Un poco igual, tampoco es para tanto. Después enseguida se me pasa. Como que no quiero que termine el día, no sé. Quiero que ese color imposible, ese momento, que creo que se le dice “hora mágica” en fotografía, que dura unos minutos o menos, no termine. Pero bueno, pasa, se hace de noche y toda la bola. Ya fue. Después ya está, la noche negra aparece y me compra enseguida. Nada mejor que estar en la calle de noche. Con las calles semivacías, la fauna es otra, más intensa, más loca.   
Caminé media cuadra hasta llegar a la esquina y pude ver una luz intensa que iluminaba el pavimento húmedo. Era una estación de servicio. Divisé el mini-mercado: Open 24 hs. Siempre esos carteles están en ingles. Perfecto. No que esté en ingles, sino lo que significaba. Me gustan estos lugares medios fuera del tiempo, lugares donde pasar un rato, a veces un largo rato. Me mandé derechito a sentarme un rato, era hora de hacer base.

Continúa. 

2 comentarios:

  1. Saranda City tiene este aire mistico y misterioso, con 4 pizzerias en 2 cuadras por ej.
    Igualmente, la gloria la conoci en Canada, cuando fui a Canada y con mi hermano fuimos a un supermercado a las 00:30, porque tienen abierto todo el dia, todos los dias de la vida.

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    1. jaja! El Forastero necesita ese supermercado! Pero creo que no le da para irse hasta Canadá.

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