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07 marzo 2012

Viaje al Centro de la Psique

#24
Reflexión veraniega de vacaciones: Es denigrante ponerse protector solar
PorRodríguez

Partamos de la base que uno no tiene un cuerpo privilegiado, ni mucho menos, más bien todo lo contrario. Tirando a todo flojo, cosas que cuelgan, y de un blanco extremo. Pero es justamente por ello que debemos ponernos protector solar en abundancias, para después no padecer ese quemado color rosa fluorescente. Yo no me bronceo, la gente cool se broncea, yo me quemo, me quemo mal, llegando casi a quemaduras de uno o dos grados. Pero eso es otro tema, la cosa es que ponerse protector en la playa o espacio destinado a la recreación veraniega es denigrante.
Llegamos a la playa con remera, anteojos, gorrito, y una bermuda que nos sobrepasa la rodilla. Como el sol, es un verdadero asesino, no nos queda más remedio que untarnos esa espesa crema sobre el cuerpo (transpirado).
Primero los brazos, no es tan complicado, luego las piernas, los empeines, y esa zona en la que nadie repara, pero que quemarse ahí según dicen es uno de los peores dolores registrados; el pliegue atrás de las rodillas. Después la cara, ojo, acá hay que tener dos cuidados especiales: 1) no debemos cerrar los ojos al refregarnos el protector, queda entre patético y que lo estás disfrutando. Y 2) Debemos esparcir en su totalidad el protector de modo que NO queden sectores blancos sobre los cachetes, ni frente, ni debajo de los ojos a modo de jugador de rugby.   
Luego sí, no queda más remedio que sacarse la remera: No sin antes relojear el entorno para ver si hay ávidos de reírse de los demás, o algún grupo de supermodelos, y metiendo panza (acto totalmente patético y en vano, porque a leguas se nota que uno está metiéndola tratando de ocultar lo inocultable) y comenzamos a untarnos con desgano el protector, mirando más que nada a la gente alrededor, que nuestro propio cuerpo. El pecho, los hombros, el cuello, hasta ahí bien, pero después pasamos a la panza, dios me libre, me guarde y me reparta. ¿Hay cosa más denigrante? ¿¡Hay algo peor que remover la carne con movimientos circulares a la vista de todos?! Si, Los flotadores, (dios, hasta me da vergüenza escribirlo), que forma de llamar a ese sector del torso tan desagradable, pero tan certera a la vez.
  
Por último para dar finalmente por concluida esta actividad nefasta; es pasarle la posta a alguien (en el mejor de los casos, una novia, en el peor, un amigo, un primo o nuestro propio padre que muy sueltitos se ofrecen a hacernos el favor, ojo, no “el favor” eh), para que nos unte cual tostada de carne blanca, fofa y en ocasiones con vellos, protector en la espalda. Lo único que uno quiere es que ese momento pase lo más rápido posible, cerramos los ojos o miramos un punto fijo, al vacío deseando a gritos que nadie nos esté mirando. Que haga una aparición salvadora un vendedor ambulante ofreciendo la cosa más extravagante de toda la playa para que se lleve la atención.

Bueno ahí sí, estamos listos, listos no sé bien para qué, porque como somos tan blancos y hace tanto que no nos exponemos al sol, que nos abruma, nos quema por dentro, entonces enseguida buscamos un lugar con sombra, ya sea nuestra sombrilla pasada de moda o el bar del balneario. Y nos pasemos ahí la tarde, tomando licuados, leyendo alguna novela pedorra de verano o haciendo crucigramas.  


2 comentarios:

  1. Por eso, yo, me protectorizo (?) a escondidas, en el baño, antes de ponerme la malla...

    Pero siempre algo falla, y puedo dar fe de que quemarse detras de las rodillas es uno de los peores dolores registrados!!

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  2. Esa es buena, a escondidas! Pero claro, ahí te entra la ansiedad, como te querés ir rápido a la playa/pileta, siempre te olvidas de una parte.

    Nos solidarizamos con tus partes de atrás de las rodillas!
    Gracias y bienvenida!

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