11
Toda la
vida soñé con una maquina del tiempo. Ahora está de moda. Ahora “Volver al
futuro” es la película de culto políticamente correcta. Y no es por “bancar” a
tal o cual cosa desde Cemento,
pero yo vi “Volver al futuro” en el 80 y algo y “Volver al futuro II” en el 90.
Pero está bien, esas cosas pasan. Yo sé que vínculo tengo con el film y me
basta. Me acuerdo que la alquilé apenas salió en video. Sí, era de los
afortunados que tenía videocasetera. Era un mastodonte marca Noblex. Ya
habiendo visto la 1, y teniendo al Doc, clavado en la cabeza, volviendo del
futuro y llevándose a Marty y a Jennifer volando (literalmente) en el Delorian
con una de las mejores frases del cine: “¿Carreteras?, a dónde vamos, no
necesitamos... carreteras”. Vi la cajita del vhs de la 2 en el video club de
Javier, un pibe de unos 30 años que nos cagaba a palos porque le revolvíamos
todas las películas. Y me la alquilé, pero para mí me la estaba robando, la estaba
secuestrando, no la pensaba devolver. Iba a pedir rescate, me iba a ir a la
loma del orto con la película y no pensaba volver más. La vi –me acuerdo- un
día de semana, a la tarde noche, solo, en mi casa. Mis viejos estarían en sus
cosas, mi hermana, en las suyas, y yo solo, en el living, frente al televisor,
devorando esa cinta. Siendo esa aventura, viviendo en otro tiempo, otro lugar.
Literal y metafóricamente.
Y desde ese
momento, desde esas películas (la 1 y la 2) fue como un interruptor que se prendió.
Otra vez, un interruptor. Listo, ya algo viajaba por adentro de mi cabeza.
Desde ese entonces me empezaron a obsesionar los viajes en el tiempo. Veía todo
lo relacionado con eso, me compraba cuanta revista de divulgación científica
hablara de esos (y otros) temas: “Muy interesante”, “Descubrir”, “Conocer y
saber”. Con amigos jugábamos a ‘Volver al futuro’. Hablábamos de detalles
infinitamente sutiles, de supuestos errores. Y las veíamos, una y otra y otra
vez.
Todo esa
pasión explotó en forma de “Narración: tema libre” en 6to grado. El tema libre
puede apabullar a los más estructuraros: “Uy, ¿de qué hablo?”; “¿No se me
ocurre nada, Seño”; “Tema libre, tema libre... ya sé ‘La vaca’”. Pero a otros
los puede alentar, a otros les puede dar las riendas para Ser como nunca antes.
Más en un colegio de monjas, conservador. Bueno, yo que en toda la primera me
sentí un boludo, en primer grado estuve a punto de repetir por “lento”, me puse
a escribir como nunca antes, como nunca antes literalmente, nunca lo había
hecho hasta ese momento y nunca lo volvería a hacer hasta los 17 o 18 años.
Escribí sin parar, escribí sin levantar la cabeza, sin dudar un segundo. Era
una narración pedorra para el colegio, pero hoy puedo decir que fue mi primer
cuento. El tema abordado fue: El viaje en el tiempo. El título: “Dile al tiempo
que vuelva”. El título no fue una invención mía, me había inspirado en una
película rosa con Christopher Reeve, que había visto una vez en televisión: “Somewhere
in Time”. Y que en latino se llamaba algo así. La película no es buena pero a
mí me había impactado. Plantea que si uno consigue pasar la noche en un
edificio antiguo y logra recrear la habitación con todos elementos de esa
época: ropa, monedas, reloj, muebles, todo. Se acuesta a recitar una suerte de
oración, al despertar habrá logrado trasladarse a ese tiempo.
Volviendo a
mi narración, la trama era compleja, medio difícil de seguir, viajes en el
tiempo, dos versiones de una misma persona, y un amor, creo que no
correspondido. No habrá sigo una gran cosa, seguramente, pero no importa. No
estamos juzgando el nivel literario de un chico de 11 años que nunca había
escrito antes, sino lo que estaba subterráneamente. Lo que por abajo se estaba
gestando. La leí en voz alta. Leía horrorosamente mal. Pero mal enserio. Y esto
milagrosamente lo leí bien. Normal, qué sé yo. Se entendió. Suficiente. Todos
se quedaron cayados. Un amigo, recuerdo, me tiró abajo con eso de que leía mal.
Pero está bien, cuando somos chicos solemos ser malos. La maestra no escuchó
peros, dijo que lo había leído bien, que la trama era intrincada y se había
entendido perfecto. Se quedó unos segundos en silencio, me sonrió y luego
decidida se acercó a mi banco y sin más escribió en la hoja: “10
sobresaliente”. ¡A mí!, ¡al que leía como un tartamudo, al que tenía horrores
de ortografía que lograban espantar a maestros y monjas! ¡Un 10! No habría
podido prever jamás un 10 en Lengua. Jamás.
Bastante
más grande, de adolescente, charlando con otro novio de mi hermana, Lalo, un genio,
llegamos a la conclusión que en “12 monos” la escena final se repite y se va a
repetir por toda la eternidad. A saber: Cole (Bruce
Willis) de adulto recuerda que cuando era un niño vio un asesinato en un
aeropuerto. Luego ya de adulto viaja al pasado, al tiempo que era un chico,
(por el quilombo del virus y la mar en coche), las cosas se complican y debe
huir de la policía, corre por un aeropuerto, pero la bala de un oficial lo
alcanza. Cae en brazos de la doctora Katheryn Railly pero antes de morir ve a
un niño que lo está viendo atónito. Ese niño era él. Ese chico era él mismo.
Ahí Cole, el adulto, entiende todo.
Nuestra
hipótesis: Si el Cole adulto pasó toda la vida recordando ese asesinato, es que
eso ya pasó. El niño Cole ahora, va a quedar recordando eso hasta que llegue a
ese punto y segundo antes de encontrar la muerte entienda todo al verse así
mismo de niño, otra vez. Y así otra y otra y otra ves, infinitamente.
Después, un
poco más grande, con veinteipico cuando veía más películas de las que podía
asimilar, descubrí un libro que marcó para siempre mi vida y le dio un orden a
esas seudo teorías que esbozábamos con el novio de mi hermana. El libro: Otras
Inquisiciones. El autor: Jorge Luis Borges. No es ninguna novedad que los
cuentos de Borges son brillantes, pero a mí, en ese momento, me pegaron más los
ensayos. Qué sé yo, son etapas.
Borges en
un ensayo de este libro cita a Herny James, y yo a su vez voy a tratar de citar
a Borges. (Aunque creo que más bien voy a parafrasearlo): Borges cuenta que un
tipo X está obsesionado con un dibujo que data de muchísimos años atrás. El
dibujo es un retrato que inquieta el señor X por ser perturbadoramente parecido
a él. Logra, el tipo éste, viajar a la fecha que indica el dibujo. Una vez
allí, este señor, busca desesperadamente al autor del dibujo. Entre su
aventura, ya cansado, descubre de casualidad que un hombre lo está dibujando
sin su permiso. El señor X se acerca y ve con pavor el retrato en cuestión.
Borges dice que James crea en su relato el regressus in infinitum. La causa es posterior al efecto, el motivo del viaje es
una de las consecuencia del viaje.
Este magistral ensayo cayó como un
rayo, directo a mi cabeza, ¡fum! Y le dio un nombre, un título a mis ideuchas. Sentí que estaba escrito para mí,
sentí que Borges había viajado en el tiempo, quizás sentado en un bar nos
escuchó divagar, y frente a semejantes paparruchadas dijo: “Bueno, cuando
vuelva a mi tiempo, voy a escribir un ensayo como para que despabile este pobre
cristiano. Por supuesto está la variable de que nunca se le ocurre leerlo, pero
bueno, si le gustan los viajes en el tiempo quizás haya una remota
esperanza”.
O quizás,
es una terrible coincidencia, nada más.
Entonces
ahora, con algunos años más, escribiendo esto sigo volviendo, como un sueño
recurrente, una y otra vez a los viajes en el tiempo. Porque estaba ahí, a los
11 años, y está ahora a los 34. En el medio muchas cosas, lo cierto es que en
el momento de la narración nadie vio que ahí había algo, nadie fomentó (más allá
de ponerme un 10) ni me incentivó. Después de ese 10 volvió todo a la
normalidad. Volví a leer como el orto, a escribir peor. No sé, me podrían haber
mandado a un taller literario. Pero está bien, tampoco es que yo decía que
quería escribir. Quizás fue un momento de supraconciencia el que me llevó a
sacar esa historia. No sé. La cosa es que acá estoy ahora escribiendo sobre los
viajes en el tiempo con el mismo fanatismo con el que lo hablábamos con mis
amigos, de chicos. Con la misma pasión con la que desembuché esa narración.
Y siguiendo una teoría que tengo que dice: si de
grandes conservamos o exploramos algún vestigio de algo que nos apasionaba de
chicos, lo qué sea, puede ser indirectamente, es que andamos por buen camino.Continúa.
Jajaja. ¡Recuerdo esa película con Christopher Reeve!
ResponderEliminarAhí también había un retrato.
Me intriga cómo terminará esto.
Ser un monstruo de varias cabezas es bueno. Salvo que te cruces con Hércules.
Saludos.
Qué nivel! Exacto, ahí también hay un retrato. Película mediocre pero con algunos elementos interesantes.
EliminarEsperemos que no me cruce con el loco ese. Y se viene, se viene: En el final prometo fuegos artificiales y un poco más de acción!
Gracias por leer, camarada!
abrazo!
ResponderEliminarAMIGOS DE HABLA HISPANA.
¡ OPORTUNIDAD ÚNICA DE INGRESOS ONLINE !
------------------------------------------------
MIREN GRATIS COMO FUNCIONA (Copia y pega en navegador): ow.ly/ufLLh
-------------------------------------------------
- Ganan desde la comodidad de sus casas, 100% por Internet.
- Con entrenamiento gratuito paso a paso.
- Ganando en Dólares.
- En español.
Ya somos un equipo de más de 150 latinoamericanos y Españoles trabajando duro, logrando grandes resultados y generando miles de dólares!!!