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01 marzo 2014

El Forastero #8

8

Dispuse cada imán, cada volante según las direcciones reales de esos locales, sobre la mesa del mini-mercado. Tracé una línea en birome delineando las calles, las manzanas, los cruces. Armando una suerte de maqueta del barrio pero plana, achatada, un plano bah.

Le apoyé el dedo índice a la barrita de cereal, que era rosa (sería de frutilla con yogur o algo así), y la moví, de afuera de esa especie de maqueta hacia adentro. La detuve sobre la calle, en medio del “barrio”, rodeada de los locales de ese micro mundo miniatura. 

Me agaché sobre la mesa, me recosté apoyando la pera sobre mis brazos cruzados. Miraba ese plano, ese barrio, los volantes, la barrita de cereal. Escribí sobre la línea que representaba una calle, justamente el nombre de la calle: “Estrecho de Masllorens”, y sobre la otra línea, la otra calle: “Coronel Tomaseli”. Y arriba de todo, a modo de título, el nombre del barrio: “Proyecto F. Coppernico” (con doble p y sin tilde)   
Me gustaba, que sé yo.
Hacía esas cosas y como que me “perdía”, me abstraía, y me hacía bien. No sé, el tiempo podía haberse detenido ahí, y yo podría haberme quedado así, pensando en la nada, viajando. Mirando, mirando y mirando. Mirando sin mirar, mirando cada detalle. Perdiéndome en lo observado. El ojo es como el estomago, como un músculo, hay que alimentarlo, darle de comer, hay que ejercitarlo, mantenerlo en forma. El ojo te pide, vos tenés que saber escucharlo y darle, darle lo que te pide.
Uno, al verme ahí, podía haber pensado tranquilamente que estaba triste, que estaba mal, deprimido o que sé yo. La verdad es que no, estaba ahí, simplemente estaba, como ir a otro ritmo, moverme a otra velocidad absolutamente distinta al resto de la humanidad. No era un tipo común, tampoco era un excéntrico (hasta los excéntricos –y sobre todo lo excéntricos- encuentran un lugar dónde moverse), no tenía trabajo fijo, no estudiaba nada en ese momento, no tenía novia, ni casa, ni un perro, ni auto, no siquiera bicicleta. Diambulaba, pero ni un linyera era. Obvio, comía todos los días, tenía a donde dormir y todo eso. No voy a decir que ser un linyera es fácil, por favor, debe ser una de las situaciones más desoladoras que una persona pueda experimentar. Estar solo en el mundo y vivir en la calle. Que la gente pase y no te ignore por voluntad, sino que ni si quiera te vea, ni siquiera repare en que ahí hay una persona, un ser humano, pero yo ni siquiera eso era. 
Por favor, no comparemos porque convertiría a esta historia en una boludés supina (sino lo es ya), cuento subjetivamente (imposible otra cosa) lo que me pasaba a mí: Yo estaba en un limbo, no quería laburar de saco y corbata pero no me animaba a saltar, a dejar todo atrás. A irme de viaje a la concha de la lora o simplemente abandonarme de verdad. Soltar todo y quedarme ahí, mirando a la gente pasar. No, no me animaba, pero en realidad tampoco quería eso. Era justamente todo lo contrario. Quería hacer algo. Quería hacer todo. Quería encontrar algo para mí, algo en lo que fuera bueno, o simplemente algo que me gustara. Tenía ideas locas, ideas pretenciosas de cosas, pero como que no tenían, digamos, una base de realidad. Entonces me auto-excluía. Entonces las obsesiones, entonces esa bola de actividades que me daban un orden, una razón.
Había estudiado cine, pero no pensaba en películas, en escribir o filmar películas, pensaba en ideas enormes, en películas infilmables, en ideas fáusticas, magnánimas, inabarcables. Proyectos meta-ficticios; documentales apócrifos; intervenciones de personajes en la realidad; juegos donde el mundo era el tablero; instalaciones gigantescas: paredes que dejaban de ser paredes: por medio de fotos, de muchas fotos de la calle, por ejemplo, pegadas una al lado de la otra cubriendo la totalidad de la pared, ésta se desvanecería, y le daría el lugar a lo otro, a la calle, un árbol, el cielo. Un collage de realidad sobre una pared de concreto en tu living; pensaba en redes de subtes imaginarios. Intrincadísimos. Fantasmagóricos y futuristas.
Y me frustraba, me enroscaba, me daba una vuelta más.
Lo que sí hacía era escribir. Escribía casi como un conectarme con otro orden. Casi como una religión. De noche, con música y vino, meta teclear, meta escribir, meta-física. Sonetos, prosa, verso libre, librísimo. Sexo, flujos, carne, saliva, deseo, deseo y más deseo. No escribía, tenía sexo con las manos. Usaba el teclado de la computadora como un piano. Como si fuera un loco músico del 1800. Escribía sin parar. Escribía sin mirar. Escribía para mirar, para ver. Escribía todas las noches. Simplemente no podía dejar de hacerlo, como ahora, esto. Eso me calmaba. Me devolvía algo de lo que me habían sacado o había perdido. Algo que me pertenecía. Volvía a ser yo. Volvía, cansado, turbado. Pero volvía. Y como se ha de volver de un viaje extraño y alucinado, no era el mismo. Me conectaba con migo otra vez, pero paradójicamente era otro. Uno distinto. Uno nuevo.         

No escribía cine ni filmaba pero sí pensaba en películas que veía, era -junto a salir a caminar por los barrios- otra de mis actividades, digamos, intensas: mirar películas. Clásicas americanas, nada de gilada elistísta europea, el cine clásico americano es la perfección. Minelli, Cuckor, Hocks, Ford, Lang (la época americana), Wilder, Mankiewicz, Fuller, Sturges. Me miraba mínimo una película por noche, o incluso más. Me las devoraba, nunca más volví a ver tantas películas en mi vida. Vivía esa ficción. Esa era mi realidad. Mi forma de vivir. Me daban letra, me enseñaban a hablar (como dice Tony Montana en Scarface), a ser, me marcaban el paso, el pulso, el ritmo. Ese fue mi forma autodidacta de estudiar, de entender el mundo. Una visión del mundo, bah.                  

Continúa  

3 comentarios:

  1. Me gusta lo introspectivo de El Forastero. Y el ritmo pausado. Y que sea una de esas historias en las que parece no estar pasando nada, porque lo que está pasando sucede a otro nivel, subterráneo.
    Sí, aquí hay alguien que lee El Forastero.

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  2. Ohhh, que bueno!!! Muchas gracias, camarada! Que siga, que siga entonces. Se viene nuevo "capítulo" en breve.

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